El Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore, institución de alcance internacional, publica este libro sobre la décima y la improvisación poética, fruto de la investigación dilatada y sostenida en el tiempo por Maximiano Trapero, Catedrático de Filología Española en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y especialista reconocido en los géneros literarios populares. El volumen, ambicioso y colector, pues recupera algunos de los muchos trabajos publicados previamente que ha revisado para evitar redundancias, ofrece a los lectores una visión global de los resultados obtenidos en años de trabajo de campo, encuentros, reflexión y la divulgación de los resultados de la hasta hace poco desconocida poesía oral improvisada y cantada. El profesor atiende los aspectos literarios, pero sin obviar el enfoque antropológico tan necesario al estudiar un fenómeno literario-musical como es el repentismo.
La estructura ordenada e intuitiva permite al lector afrontar su lectura de forma lineal o discontinua en función de sus intereses generales o concretos acerca de este fenómeno cultural hispánico que, en realidad, son dos íntimamente relacionados. Uno es el de la décima popular, especialmente la improvisada, que es exclusiva del ámbito hispano (Canarias y un nutrido número de países hispanoamericanos) y en algunas zonas del ámbito portugués, y otro, de carácter universal, que es la poesía improvisada que se realiza en numerosas lenguas con diversas formas métricas. Sucede que ambos están tan imbricados en Hispanoamérica y Canarias que a veces parecen el mismo fenómeno y, además, cuantitativamente tienen una presencia más grande y cualitativamente alcanza una calidad literaria y de sociabilidad mayor que en otras zonas.
El libro, además de contener las partes preceptivas de un volumen de estas características como son un prólogo, una abundante bibliografía y unos índices —de autores citados, de repentistas citados y toponímico—, se divide en seis bloques que atienden a aspectos históricos, visiones generales de la improvisación y de la improvisación en décimas en particular, manifestaciones concretas de improvisación y repentismo, prólogos a libros que o bien ha editado el autor o ha escrito para libros de otros autores, una recopilación de artículos publicados en la prensa y, finalmente, unos apéndices que contienen una antología elaborada por el autor, un útil glosario y una original y magistral controversia entre dos repentistas cubanos que el autor mismo grabó en 1995 y que justifica los reiterados elogios que, a lo largo del libro, se hacen de los valores de la improvisación poética.
La forma métrica de la décima, la más célebre es la cultivada por Vicente Martínez Gómez Espinel (1550-1624) del que recibe el nombre de décima espinela (abba:ac:cddc) compuesta por dos redondillas que son tesis y conclusión separadas por otros dos octosílabos que hacen de puente. Los aspectos históricos comienzan con un elogio a la décima, que es un recorrido por los muchos que ha recibido desde el siglo XVII, como tercer género poético popular después del romance y la canción, y, si bien su origen es culto y peninsular, es explosión del sentir poético de los poetas populares que a través de la misma trasplantan y diseminan por América poesía y música, pero también la mentalidad, los valores y las ideas. Esta es elogiada de forma notable, incluso más que el poema culto preferido, el soneto, desde los tiempos del cultor que le da nombre, al que Trapero dedica un capítulo. El autor nos ilustra sobre las diferentes formas y teorías acerca de la décima, su relación con la copla real, su práctica en los cancioneros castellanos más representativos del siglo XV (Baena, Palacio, Estúñiga y el del poeta Antón de Montoro) predominando como décima antigua (abaa:bbcccb) o como copla real (abaab:cdccd) ya en los más modernos del siglo XV y en el XVI, y la espinela a partir del siglo XVII. El auge de la espinela se produce en el Barroco, aunque las Diversas rimas de Espinel se publican en 1591 gracias a la publicidad que grandes poetas como Lope, Góngora, Quevedo y Cervantes le dan en las justas poéticas en las que seguían el Arte poética castellana de Rengifo. También renombrados dramaturgos como Lope, Calderón, Amescua y Moreto usaron la décima en sus obras.
Para Trapero la décima espinela es “un puente cultural entre las naciones hispanas y un signo de identidad de las culturas populares de los países hispanoamericanos (no tanto en España, en donde la décima solo en Canarias vive con plenitud funcional)” (p. 38). En el recorrido histórico que el autor hace de los autores cultos que la cultivan incluye a los poetas novohispanos más importantes del Barroco como sor Juana Inés de la Cruz, Juan del Valle y Caviedes. Al igual que en España, la décima ha sido cultivada sin interrupción hasta nuestros días gracias a que ha sido una forma métrica que traspasó los límites de la escritura para ser una forma oral. A pesar de ello, es un hecho que no ha gozado de mucha estima en los estudios de literatura oral, incluso menos que el romancero y el cancionero que aparecen en el currículo anclados en la literatura del Medioevo y el Renacimiento. Sin embargo, a partir del siglo XVIII hay una práctica de decimistas tradicionales que la emplean para lo grave y lo jocoso, para la loa y la crítica, para lo excepcional y lo cotidiano en el ámbito panhispánico que han superado lo literario para convertirse en un fenómeno social.
En el segundo bloque, de cuestiones generales, el autor nos ilustra acerca de las dos modalidades de la décima: como poesía memorial, que ha ocupado los reinos del romance y la canción; y como poesía improvisada, que se desarrolla en diversos contextos aplicando las leyes de la región, sean estas de una tradición nacional o local eligiendo entonces la décima, pero también otras formas como fandangos y malagueñas. Con numerosos ejemplos nos explica cómo la décima renueva la poesía memorial y al mismo tiempo funciona y se desarrolla ampliamente como poesía íntima. El profesor Trapero recuerda lo difícil que es expedir un “certificado de nacimiento” de las décimas cuando son poesía popular. Pone el foco en un hecho sumamente interesante como son las numerosas interferencias y mixturaciones de los temas de la lírica popular, especialmente transformando romances que se cantaban en América y Canarias; por ejemplo, el conocidísimo “La dama y el pastor”, interpretado en España en el siglo XX incluso por Joaquín Sabina, se adapta como “La dama y el pescador”. En general, cuando se trata de romances antiguos como los del ciclo de Carlomagno y los doce pares, mientras que cuando las narraciones son sobre sucesos modernos, como en el relato de la tragedia del hundimiento del Valvanera, ya se compone en décimas.
Existen, al margen de las narraciones, numerosos temas y tonos de la lírica compuestos en décimas, como lamentos, loas, historias disparatadas, juegos, adivinanzas, refranes, dichos y apotegmas, sabiduría y sentencias, epístolas, teatro folklórico (posadas, pastorelas, morismas, autos de Navidad como las posadas y pastorelas) y hasta tópicos literarios que sirven de pie como “polvo, ceniza y nada” y, además, glosas y controversias que hacen hoy de la décima, a pesar de haber nacido en la península, una composición más americana que española o portuguesa.
Continúa este segundo bloque reivindicando el camino iniciado por Samuel G. Armistead, investigador que ha conocido y conciliado los aportes sobre literatura oral de la crítica hispana —con Ramón Menéndez Pidal a la cabeza— y la británica de la misma época (Milman Parry y Albert B. Lord) que con el tiempo se implementaría con las reflexiones de los americanos Marshall McLuhan y Walter J. Ong entre otros. Armistead une los aportes de Menéndez Pidal exentos de algunos de sus prejuicios con las aportaciones de Lord con respecto a los cantos épicos yugoeslavos para iniciar un joven, pero fructífero acervo de investigaciones sobre la improvisación poética. El autor enumera multitud de tradiciones repentísticas del mundo hispánico en relación con otras lenguas de todo el mundo, destacando las de España e Hispanoamérica. También explica cuestiones generales de la poesía cantada y del arte y oficio del poeta repentista. En esta parte del libro se inicia una queja sobre la escasa valoración que ha tenido la improvisación poética, pero con la certeza de que se está revirtiendo el desdén y se ha avanzado notablemente en la consideración social de las diversas formas de repentismo en las que la décima está notablemente más extendida.
Existe un elemento de identidad igualadora en los muchos estadios de identidad diferenciadora que es la lengua con la que se construye la literatura oral. Si esta es poesía bien puede ser poesía tradicional (memorial) o improvisada. Estas fórmulas orales se basan en cuatro cualidades comunes que las conforman como elemento cultural y son la forma en que se manifiestan, la función que cumplen, el significado que tienen y el uso que le dan las comunidades. Entre todas las formas, la décima es signo de identidad iberoamericana que no tiene parangón con otras al gozar de una amplia presencia frente a la globalización. Esta, como toda la poesía popular de tradición oral, identifica y difunde los mitos y creencias de la civilización en la que se perpetúa.
Concluye esta segunda parte con los ensayos seminales para comprender en su amplitud este fenómeno. El primero versa sobre el “canto a lo divino” en general como temas a lo divino, es decir, de temática religiosa en varios topos de poesía y poesía cantada; mientras que esta denominación en Chile es un género específico que se diferencia del “canto a lo humano” con temática variada del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento y también del devocionario del creyente hecho en décimas particulares con la rima consonante. En el último ensayo de esta parte Trapero aborda la importancia del ingenio y lo ingenioso en la oralidad, siendo clave la performance que hace el poeta que crea e improvisa al mismo tiempo.
La tercera parte desarrolla muchos contenidos anticipados en las precedentes, pues afronta la descripción y explicación de manifestaciones particulares de poesía improvisada en seis capítulos. En el primero y más general Trapero hace un recorrido por toda la poesía improvisada y cantada en España: bertsolarismo en el País Vasco, el trovo en Murcia y el Campo de Cartagena, el trovo en Las Alpujarras, la regueifa en Galicia y la décima y el punto cubano en las Islas Canarias. En los cinco siguientes se desarrollan temas concretos: la décima popular en Canarias, sus modalidades, usos, apuntes históricos y estado actual; los aportes de ida y vuelta de las décimas canarias y cubanas; la décima en los EE.UU.; algunas reflexiones sobre los guslari de la antigua Yugoeslavia y su relación con otros trovadores europeos, incluidos los españoles como los glosadores de las Islas Baleares; y, finalmente, sobre el ovillejo, estrofa lírica española muy compleja practicada en Brihuela, pueblo de la Alcarria en Guadalajara, de la que también aporta datos históricos y que se puede improvisar.
La cuarta parte es una compilación de los prólogos que Maximiano Trapero ha escrito para diversas publicaciones, algunas son obras colectivas que él mismo ha editado en solitario, una de ellas con Juan Antonio Díaz, y otras son obras de diversos autores sobre la décima y sus cultores (Fidel Antonio Orta, Alexis Díaz Pimienta, Manuel González Ortega, Orlando Laguardia Oramas y Yeray Rodríguez Quintana). En ellos, además de las demostraciones de amistad y admiración hacia los autores propios en este tipo de escritos, el profesor Trapero reflexiona sobre el quehacer poético de nuestros días, la oralidad y la tradición de la que bebe. En algunos se refiere a unas controversias célebres, la del Indio Naborí al que está dedicado Un arte verbal muy vivo y vivaz y Ángel Valiente o la de J. Enrique Paz “Papillo” y Expedito Suárez, en otros a la trayectoria de algunos repentistas muy conocidos como Juan Betancourt. En el caso de los prólogos a la obra de Alexis Díaz Pimienta el autor insiste en que el mundo de la décima es más que un género literario, porque es un fenómeno social y colectivo y, por supuesto, creativo y con un arte entendidas estas como oficio.
La quinta parte del volumen tiene una entrevista que le hizo Joxean Aguirre al autor para la revista Bertsolari Aldizcaría, varios de los artículos publicados por Trapero en la prensa diaria sobre varios encuentros, un llanto por la pérdida de un amigo repentista y unas notas inéditas del trabajo de campo hecho en la isla de La Palma en 1992. Estos textos son representativos de una tarea necesaria tras la investigación, que es la difusión más allá del ámbito académico y profesional del repentismo, porque no se puede respetar y valorar lo que no se conoce.
El libro se cierra con unos apéndices que ilustran o ayudan al lector a afianzar todas las informaciones que ha ido dando el autor, por ejemplo, con el glosario. Pero, además, dejan en el lector un buen sabor de boca provocado por la pasión y el ingenio de los versificadores que han pensado décimas para elogiar y reivindicar a la propia décima y, aunque Trapero ha dejado claro que no fue el inventor, ensalzar la figura del que le dio lustre, Vicente Espinel. El autor nos regala una antología de autores reconocidos que también destacan en sus décimas el “acriollamiento” o “aplanamiento” de esta estrofa al fundirse en la idiosincrasia americana. También nos ofrece una particular controversia, pues empieza en décimas y termina en sonetos, entre los cubanos Tomasita Quiala y Alexis Díaz Pimienta que presenció y grabó en 1995 y que ha transcrito para el goce de los lectores y “oidores”, puesto que se reproducen íntegramente en audio las dos partes de la controversia en el moderno sistema QR, y que constituye un bello broche para este libro.
Para concluir, diremos que Maximiano Trapero, que ha confesado con modestia haberse adentrado en el mundo de la décima y de la improvisación sin proponérselo, porque la décima lo encontró a él en el año 1992, nos brinda un libro espléndido y completo sobre estos dos fenómenos que se resisten a desaparecer. Parece que la fuerza que tiende a la homogeneización sociocultural no es tan poderosa como para neutralizar a la que, de forma opuesta, se impone desvelando lo privativo frente al desarraigo. Los pueblos ibéricos tienen en la improvisación, especialmente en la décima, una hermosa herramienta para identificarse y sabemos que eso equivale a mostrar sus valores y creencias a través de la palabra y la música. El lector tiene una obra erudita y cercana en la que consultar y disfrutar acerca de el “tercer género” de la poesía cantada por el pueblo en un momento en el que, gracias a jóvenes improvisadores dotados de un gran talento, goza de una salud y un reconocimiento social excelentes. La obra reivindica el hispanismo hecho poesía remozada.