Gazeta de Antropología, 2023, 39 (2), recensión 01 · https://hdl.handle.net/10481/84349 Versión HTML
Publicado 2023-07
Carmen Meneses Falcón:
Viviendo en el burdel.
Granada, Comares, 2023.

Paloma Martín Martín


RESUMEN
Recesión del libro: Viviendo en el burdel (Granada, Comares, 2023) de Carmen Meneses Falcón.

ABSTRACT
Review of the book: Viviendo en el burdel (Granada, Comares, 2023) by Carmen Meneses Falcón.

PALABRAS CLAVE
etnografía | prostitución | burdel | trata | derechos
KEYWORDS
ethnography | prostitution | brothel | trafficking | rights

¿Cómo se vive en un burdel? Esta es una pregunta que posiblemente gran parte de la sociedad nos hemos hecho alguna vez y cuya respuesta muy pocas personas conocen. Incluso es posible que la experiencia de algunas personas viviendo en un burdel no tenga mucho que ver con la de otras, dependiendo del contexto geográfico o temporal. La imagen que la sociedad ha construido sobre la prostitución se alimenta de la información que nos trasmiten los medios de comunicación, del poco contacto que se tiene con una realidad tan oculta y estigmatizada y con las campañas de sensibilización que hacen las organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, para quienes se han interesado por investigar a fondo esta realidad, la prostitución es mucho más compleja, diversa y diferente que esa imagen construida.

Carmen Meneses Falcón, profesora e investigadora en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), lleva más de dos décadas acercándose y analizando la realidad de la prostitución desde diferentes ángulos: personas que venden sexo, personas que lo compran, empresarios y empresarias, fuerzas de seguridad del Estado, organizaciones no gubernamentales que intervienen en la realidad, etc. Y cuenta con más de tres décadas de experiencia como antropóloga, desde que comenzó a acercarse a los contextos de prostitución cuando se interesaba por los consumos de heroína (véase J. F. Gamella y C. Meneses, “Estrategias etnográficas en el estudio de poblaciones ocultas: Censo intensivo de los heroinómanos de cuatro barrios de Madrid”, en Las drogodependencias: Perspectivas sociológicas actuales, 1993, pp. 289-323), lo que hace que se convierta en una investigadora de referencia nacional e internacional. 

Con el presente libro, Viviendo en el burdel, Meneses ha llegado un poco más lejos, pues no se limita a mostrarnos los resultados de una investigación, sino que ha decidido sumergirse en la propia realidad donde, a través de diferentes decisiones metodológicas que compondrán su estudio etnográfico, ha recorrido y vivido en cinco burdeles del territorio español, ilustrando en este libro su experiencia en tres de ellos. 

La investigación se desarrolla en cinco capítulos, en los que la autora relata su experiencia de campo en Galicia, Euskadi y Madrid entre 2014 y 2020. Meneses comienza con una “Introducción” donde nos expone algunas de las cuestiones de partida, como son sus preguntas de investigación, la tipología de locales de prostitución para que la persona lectora pueda entender dónde se sumerge, nos orienta sobre la estructura del libro, nos sitúa en su propio contexto profesional y nos informa de lo que ha supuesto hacer este trabajo. 

Después encontramos tres capítulos: “Empezamos en Galicia ¿Una empresaria explotadora?”, “Continuamos en el norte. El poder de las mujeres” y “Llegamos a Madrid. Encargadas o Madam” donde expone sus experiencias en cada uno de los locales de la distinta geografía. La diversidad de cada uno de los locales nos permite aproximarnos a la diversidad de espacios donde se vende sexo. Ninguno funciona igual que otro, no solo por las peculiaridades geográficas o por la diferente gestión de las personas dueñas (Flori en Galicia, Ramón y Patxi en Euskadi o Israel en Madrid), sino también por las propias dinámicas que se generan en torno a las mujeres, con los clientes y con el entorno más cercano, cuestión que hace que cada capitulo sea una historia diferente. 

Por último, el libro finaliza con unas “Reflexiones finales” donde la autora se detiene en cuatro puntos de especial relevancia que han ido apareciendo a lo largo del libro: la relación de la prostitución con el patriarcado y el capitalismo, el lugar de la demanda, la explotación y la trata con fines de explotación sexual, y las respuestas que se deberían dar a las mujeres en prostitución. 

Viviendo en el burdel expone la realidad de la prostitución a modo de diario, y la autora combina la descripción de las situaciones que vive en los clubs con sus ideas, pensamientos y sensaciones. Intercala la dinámica del día a día con su propia rutina como etnógrafa. Nos describe los lugares, las personas y las circunstancias de un modo tan gráfico que permite casi vivenciar lo que nos cuenta. 

Los discursos instalados en la literatura científica sobre la prostitución nos relatan frecuentemente la realidad desde un enfoque abolicionista de la prostitución, de modo que algunas de las cuestiones que expone Meneses son bastante transgresoras. La autora expone en primera persona cómo las mujeres que ejercen la prostitución tienen cierto control de la situación; muy pocas mujeres expresan su incomodidad en el ejercicio de la prostitución y algunas comentan abiertamente su manejo de la situación. 

En su conjunto la obra realiza algunas aportaciones al conocimiento de la realidad de la prostitución, que es interesante destacar: 

1. Nos acerca a las dinámicas propias del funcionamiento de los locales y a las diferencias entre la diversidad de burdeles. En la muestra a la que nos acercamos a través de la etnografía pueden observarse grandes diferencias que tienen que ver tanto con el contexto en el que se ubica el local (rural o urbano, comunidad autónoma del norte o del centro, local de plaza o de alterne…) como con el tipo de gestión que hacen las personas dueñas de los locales, de modo que los diferentes burdeles se presentan como realidades muy distintas para las personas que venden sexo. 

2. Aporta conocimiento de las propias estrategias de organización de las mujeres que trabajan en los burdeles desde el punto de vista de alguien que es ajena a dicha organización. El libro detalla cómo se organizan las mujeres y cuáles son sus rutinas diarias (alimentación, medicación o conciliación con sus vidas personales, entre otras). Además, profundiza en diferentes historias de vida, lo que permite que se entienda el recorrido de algunas mujeres hasta llegar a vender sexo. 

3. Describe cuáles son las dinámicas de los hombres que pagan por sexo y la gran diversidad que existen entre ellos; identifica a hombres que se acercan en grupo, mientras otros lo hacen de manera solitaria; refiere con relación a los clientes de prostitución la frecuencia del consumo de sustancias, las peticiones de prácticas de riesgo y el dinero que invierten en servicios sexuales.

4. Nos aproxima a personas empresarias, a la gestión que hacen de sus locales, a las dinámicas que mantienen con las mujeres que trabajan en ellos, a su percepción sobre el negocio y sobre esas mujeres; nos permite entrever las posibles ganancias de cada uno de ellos. 

Pero, por otro lado, hay algunas cuestiones interesantes que el libro nos trae y sobre las que es interesante reflexionar. 

1. La propia imagen que se ha creado sobre la prostitución está tan presente en el imaginario social que incluso la investigadora no escapa a ella. Así, en varias partes del libro Meneses expresa con absoluta sinceridad su sorpresa al encontrarse con determinados cuerpos “no normativos” para ese imaginario de la industria sexual y con las propias escenas con clientes y el entorno.

2. La propia presencia de la investigadora condiciona sin duda su estancia en los burdeles. Por ello, a pesar de la fluidez con la que Meneses nos explica cómo transcurren sus días en los locales de prostitución, está presente la figura de la etnógrafa que escribe un libro, acentuando la importancia que se les da a algunas dinámicas propias del burdel, como por ejemplo cuando la autora relata lo siguiente: “Bajo al salón y veo a Ruth y Clara meneando el culo en la sala y alrededor de los hombres que hay allí. Dirigen hacía mí sus miradas y me dicen: ¡para tu libro!” (p. 106). Y es que la observación participante no solo permite a la etnógrafa observar, sino también aportar su propio punto de vista al estudio a través de la creación de lazos con las personas que constituyen el grupo objeto de estudio. Este tipo de intervención puede alterar la dinámica en el grupo social observado, como es el caso en la experiencia de la autora. 

3. Es posible que en la representación de los burdeles exista un gran sesgo con relación al universo de locales de prostitución que existen; y, de hecho, así lo expresa la propia Meneses cuando nos dice lo siguiente: “Estoy pensando que realmente la información que yo saco de estos clubs que funcionan lo más legalmente posible no tiene nada que ver con aquellos que sus prácticas son ilegales e incluso cometen delitos” (p. 137). Sería interesante conocer si es más frecuente encontrar clubs que funcionan de un modo similar a los etnografiados en el libro o si son más frecuentes aquellos en los que se comenten ilegalidades y en los que no se respetan los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución en ellos (locales a los que se refieren algunas de las mujeres con las que Meneses habló, en los que trabajaron en el pasado). 

4. ¿Está la autora condicionada cuando escribe su libro por el hecho de saber que las personas con quienes ha convivido en los burdeles van a ser “público” de su libro, es decir, están deseando que publique su libro para conocer qué dice sobre ellas y qué explica sobre los burdeles en los que ha estado? Meneses señala en varias partes del libro cómo esta idea está presente: “todo el mundo me dice que mi libro lo van a leer, me están transmitiendo una gran responsabilidad” (p. 136). El que el contexto esté informado facilita el trabajo de la antropóloga; así, por ejemplo, propicia que pueda entrevistar a uno de los hombres justo al terminar un servicio sexual, cuando aún no ha salido de la habitación (p. 105). Pero dificulta a partes iguales, como señala la autora: “Cada vez están más pendientes de mi libreta, se hace difícil escribir” (p. 140).

Viviendo en el burdel se acerca a la realidad de la prostitución a través del dialogo con las personas que, en una u otra posición social (mujeres que ejercen la prostitución, dueños y dueñas de clubs), son protagonistas de dicha realidad; expone sus experiencias, opiniones, dificultades y estrategias. Nos permite ver la diversidad que existe entre las mujeres que ejercen la prostitución, dependiendo del país de origen, de sus cargas familiares, del uso, abuso o dependencia a sustancias o de las relaciones que mantienen con su entorno. Pero también expone observaciones, sensaciones, opiniones, etc. de la propia autora. La obra es un aporte necesario al conocimiento de la realidad de la prostitución. La etnografía, método de investigación utilizado para producirla, es una herramienta que nos permite acercarnos con mucha profundidad al fenómeno estudiado, así como dialogar con la realidad y experimentarla utilizando varios de los sentidos. Algunas de las reflexiones que la autora expresa, que van muy de la mano de las posturas despenalizadoras de la prostitución, nos ayudan a plantear posibles soluciones a una realidad que a día de hoy sigue presentando muchos conflictos legales, sociales y éticos.


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